Tarazona y el Moncayo

06.06.2025

Una obra de arte en movimiento

Hay paisajes que no se miran: se contemplan. Se sienten. Se graban en la memoria como si fueran parte de un sueño, o de una pintura viva. Así es la sierra del Moncayo en invierno, una verdadera obra de arte en directo, donde la luz, el hielo y el silencio se unen para crear un espectáculo visual irrepetible.

Sierra el Moncayo
Sierra el Moncayo

En estos días fríos, Tarazona, con sus calles de historia y su entorno natural imponente, se convierte en el umbral hacia un mundo blanco y profundo. La arquitectura mudéjar y los tejados nevados se funden con las laderas del Moncayo, donde cada ráfaga de viento parece esculpir el paisaje, y cada nube se convierte en pincelada.

Las imágenes que comparto aquí fueron tomadas en el instante justo, cuando la luz se colaba entre las nubes con una precisión milagrosa, cuando la nieve aún conservaba su textura intacta, cuando la montaña respiraba calma.

Y como si la naturaleza supiera que ya lo teníamos todo, la luna llena aparece llena, suspendida sobre la cumbre blanca como una lámpara sagrada, decorando el cielo con su luz fría y perfecta.


El Moncayo 

también guarda dramatismo. Durante las noches, tormentas eléctricas surcaron el horizonte, trazando líneas de fuego en el cielo. Relámpagos cruzaban la montaña como si quisieran partirla en dos, y cada trueno reverberaba en el valle como una nota grave en un órgano natural.

Todo se conjuga: la nieve, el viento, la luna, el trueno, la piedra, el silencio.
Y tú, pequeño frente a todo eso, solo puedes observar y agradecer.

Campanario de estilo mudéjar, Tarazona
Campanario de estilo mudéjar, Tarazona